Escrito por: Alberto: www.elgarinense.com 14 julio 2011

Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amo, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Efesios 2:4-5
Una sola palabra le bastaba
El centurión romano a quien Jesús encontró en Capernaum era un hombre respetable. Era muy bueno con su esclavo, pues al ver que estaba enfermo, atormentado por el mal y cerca de la muerte, envió a judíos importantes a Jesús para pedirle que viniese a curarlo. Incluso los judíos reconocían la dignidad de este hombre que amaba a la nación y había construido su sinagoga. "Es digno de que le concedas esto", le decían a Jesús (Lucas 7:4).
¡"Es digno"! ¿De que somos dignos? ¿Que meritos tenemos ante Dios para obtener su favor? Ninguno. El centurión lo había comprendido y se sentía tan indigno que no se atrevía a ir a Jesús el mismo. Pero Jesús vino a el. Cuando se acercaba a la casa, el centurión envió a algunos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo ... pero di la palabra, y mi siervo será sano" (v. 6-7). Jesús dijo: "Ni aun en Israel he hallado tanta fe" (v. 9).
"Los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría", pero "agrado a Dios salvar a los creyentes" (1 Corintios 1:22, 21). A este hombre le bastaba una sola palabra de Jesús. Aun hoy Dios dirige un mensaje de salvación a todos los que reconocen su indignidad y su culpabilidad, sean ricos, religiosos, obreros, marginados. El mensaje es este: Todo aquel que creen en Jesús y en su sacrificio tiene vida eterna.
Extraído de La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Para consulta enviar email: advriv_13@hotmail.com

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