Escrito por: Alberto: www.elgarinense.com 23 noviembre 2011

Oye ahora la voz del Señor... y te ira bien y vivirás. Jeremías 38:20
Mis ovejas oyen mi voz... y yo les doy vida eterna. Juan 10:27-28
La voz de Jesús
Si estamos en medio de una multitud, en la sala de espera de una estación de tren a una hora punta, con los oídos saturados por los ruidos y mil voces diferentes, sabemos cuan difícil es distinguir una voz entre las otras. Pero cada timbre de voz es único, al igual que las huellas dactilares o el ADN, que son verdaderas firmas de las personas. Eso es lo que nos permite reconocer la voz de quienes conocemos o amamos: cónyuge, hijos, padres, amigos...
Y la voz de Jesús, ¿no es una voz clara y reconocible entre el resto de voces? Es la voz que tranquiliza al que tiene temor o dudas, que anima y consuela en medio de la prueba y el dolor. La voz que Elías escucho en el silencio del monte Horeb fue una voz apacible y delicada (a Reyes 19:12).
Esa es la voz que escuchamos cuando hacemos callar el resto de las voces, es decir, cuando la escuchamos realmente. Esa también fue la voz que los discípulos reconocieron en medio de la tempestad, cuando Jesús le dijo: "¡Tened animo; yo soy, no temáis!" (Marcos 6:50). Esa es la voz del pastor que guía a sus ovejas, las proteje y también las reprende.
Hoy en día, para oírlo, nos basta leer la Biblia, la palabra de Dios. "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (Hebreos 3:7).
"El Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal" (Hechos 18:9-10).
Extraído de La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Para consulta enviar email: advriv_13@hotmail.com

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