Escrito por: Alberto: www.elgarinense.com 23 noviembre 2012

En una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende. Tu eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las podrán por obra. Ezequiel 33:32 Un ruido nefasto En la época de la intolerancia religiosa, cuando en diversos países de Europa se encendían las hogueras, a veces se recurría a los redobles de tambores para ahogar la voz de los mártires que morían por su fe en Jesucristo. Se temía que su último testimonio fuese oído por los asistentes a su suplicio. Hoy día existen muchas personas que voluntariamente ahogan la voz de su conciencia por medio de los ruidos y la agitación del mundo. En el torbellino de las ocupaciones y las distracciones, muchos permanecen sordos al llamado de la gracia de Dios. Sin embargo el Señor los ama. Quiere liberarlos de la perdición eterna, sacarlos de su desesperación moral o simplemente de su despreocupación, por medio de la fe en Jesucristo. El quiere aconsejarlos, que disfruten de una vida santa, sana, recta, pura y feliz. ¡Pero hay demasiado ruido para poder escuchar la voz del Señor! Y es probablemente por eso que a veces Dios se ve obligado a hablar muy fuerte. No tratemos de ahogar más de la voz de aquel que ofrece el perdón, la paz del corazón, la felicidad perfecta, el cielo y todo eso por pura gracia. Escuchemos ese urgente llamado: "si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones " (Hebreos 3:15). "Isaías dice: Señor ¿quien a creído a nuestro anuncio? así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios" (Romanos 10:16-17)

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