Escrito por: Alberto: www.elgarinense.com 11 enero 2010

El que encubre sus pecados no prosperará: mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Su benignidad (la de Dios) te guía al arrepentimiento. Romanos 2:4
Ir a la raíz del mal
Un escritor cuenta que su padre era médico y tenía bastante carácter. A una de sus pacientes que se quejaba del dolor de estómago cada vez que comía ruibarbo, le prescribió que no consumiese más ese alimento. Pero lo que ella quería era que le recetase un medicamento sin tener que abandonar la causa de su mal.
Esta anécdota ilustra nuestra frecuente actitud respecto a nuestras faltas. No queremos abandonar las causas de nuestros males, pero tampoco queremos soportar sus consecuencias. Por ejemplo, si tenemos un problema con nuestro cónyuge, en lugar de buscar nuestra parte de culpa, acusando al otro.
La Escritura nos habla del único camino posible para ser curados del mal moral que nos aqueja: el arrepentimiento. Arrepentirse es estar de acuerdo con el diagnostico que Dios aplica a nuestro estado moral: "No hay justo, ni aun uno" (Romanos 3:10). Arrepentirme es reconocer que a menudo no he actuado bien y que he ofendido a Dios. Entonces mi único recurso es encontrarme a la gracia de Dios, quien tan pronto acepto a Cristo como mi Salvador, me declara perdonado y justificado. ¡Y esto es para siempre!
Entonces el creyente comienza un camino nuevo en donde aprende a juzgarse a sí mismo en lugar de acusar a los demás, y a recibir la ayuda del Señor Jesús para vivir y agradarle.
Extraído de La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Para consulta enviar email: advriv_13@hotmail.com

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