Escrito por: Alberto: www.elgarinense.com 12 agosto 2010

Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12
Conducidos en la tormenta
Sucedió en Canadá, en la inmensidad helada del lago Wimmipeg. Dos trineos se alejaban de la costa cuando se levantó la ventisca. Repentinamente la nieve se alzó en torbellinos y el viento se volvió glacial. Llegó la noche y el temor se apoderó de los viajeros; si no alcanzaban la ribera, estarían congelados antes de la mañana. Pero, ¿hacia dónde dirigirse?
En medio de la desesperación los hombres decidieron confiar en el instinto de los perros. Tomaron a Koona, un perro viejo y lo pusieron a la cabeza de los trineos. Al hallarse repentinamente como jefe de fila, Koona vaciló unos instantes. Finalmente se lanzó hacia adelante y los trineos siguieron su marcha. Durante horas corrieron en medio de la oscura noche hasta que de repente, unas sacudidas mostraron que dejaban el lago. Subieron por el bosque y se detuvieron cerca del fuego de un campamento indio.
Cristianos, nosotros también debemos aprender andar por la fe. A menudo tenemos que ir por un camino desconocido, pero podemos confiar en la bondad y la providencia de Dios, porque una luz brilla en el mundo, una luz que sólo ven los ojos de la fe: Jesucristo mismo.
Jesús es el testigo fiel, la luz, el amor y la verdad. Alrededor de nosotros la oscuridad permanece igual; nuestra inteligencia no siempre comprende las circunstancias de la vida, sobre todo si son agotadores; pero conociendo al Señor, podemos confiar y apoyarnos en él. Él nos toma de la mano, nos conduce, y a menudo lo hace mediante su Palabra.
Extraído de La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Para consulta enviar email: advriv_13@hotmail.com

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