Escrito por: Alberto: www.elgarinense.com 24 mayo 2012

Sana mi alma, porque contra ti he pecado. Salmo 41:4
El castigo de nuestra paz fue sobre el, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53:5
¡No quería ser sanado!
El hombre que veía acostado bajo el sol, cerca de una de las puertas del casco antiguo de la ciudad, estaba mendigando. Cuando un turista pasaba, el hombre remangaba su pantalón con una mano y mostraba una llaga cubierta de polvo, al tiempo que tendía la otra mano con cara de tristeza. ¡Había que curar esa herida! En el hospital de en frente podría recibir todos los cuidados necesarios. Un amigo me explico que dicho hombre estaba ahí todos los días y no quería ser curado, pues se ganaba la vida gracias a su herida.
Suponga que Jesús le dice "Tu alma, tu espíritu y tu cuerpo necesitan ser curados, ¿quiere ser sanada?". ¿Que respondería usted: "No te necesito", o "Cura mi alma, por que peque contra ti"?
A menudo el hombre, después de haber oído el diagnostico de Dios sobre su estado, a saber: la cabeza esta enferma, igualmente el corazón; todo esta mal, "desde la planta del pie hasta la cabeza" (Isaías 1:5-6), se enfada, se rebela, busca a quien echar la culpa, acusa a Dios: "¿Por que existe el sufrimiento, la enfermedad y la muerte?"
Dios no responde a estas preguntas, pero envió a su Hijo para sanar al enfermo, para perdonar al culpable. Cristo llevo el castigo que merecía cada ser humano, soporto todo en su lugar: la ira, el juicio. Pago su rescate para darle la libertad, la paz del corazón y de la conciencia. Por sus heridas "fuimos nosotros curados"
Extraído de La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Para consulta enviar email: advriv_13@hotmail.com

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